Carretilla elevadora



Una carretilla elevadora es un vehículo contrapesado en su parte trasera, para transportar y apilar cargas generalmente montadas sobre palés.

Tienen dos barras paralelas planas en su parte frontal, llamadas «horquillas», montadas sobre un soporte unido a un mástil de elevación para la manipulación de los palés; las ruedas traseras son orientables para facilitar la maniobra de conducción y recoger los palés.

Los motores varían desde los diésel hasta los eléctricos, pasando por los movidos por gas natural comprimido o GLP, «Gas Licuado de Petróleo». Estos vehículos se usan habitualmente en sitios cerrados, como almacenes y centros de distribución, donde las emisiones deben tenerse en cuenta.

Un motor de combustión interna o de ciclo Otto, también llamados Diésel es sensiblemente más contaminante, cuando no dispone de elementos de purificación de partículas, disponibles en el mercado. Sin embargo, una carretilla de gas natural comprimido, a partir de un motor de gasolina convencional, produce combustiones mucho más limpias y no tiene más autonomía que las eléctricas, el depósito se vuelve a llenar en tres minutos, siempre en función de la cilindrada del motor, del régimen de trababajo y del volumen del depósito de gas comprimido.

Los costes de mantenimiento, por norma general, son mucho más económicos en una carretilla eléctrica, pues existen menos elementos de desgaste como filtros, aceites y correas, por citar algunos. Por contrapartida, la vida útil de la batería viene dada como norma general a partir de 1500 ciclos de trabajo. Además, las últimas tecnologías en materia de propulsión a partir de motores de accionamiento basados en corrientes alternas trifásicas, minimizan todavía más los costes frente a los tradicionales motores DC.

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