Los aeropuertos más grandes del mundo

El mayor aeropuerto del mundo es el Aeropuerto Rey Khalid, en Arabia Saudita, con un área total de 225 kilómetros cuadrados.





En América, el mayor aeropuerto es el Aeropuerto de Mirabel, Canadá, con 150 kilómetros cuadrados.
El mayor aeropuerto en afluencia de pasajeros es el Aeropuerto Internacional Hartsfield-Jackson, en Atlanta, Estados Unidos, con una afluencia de 82 millones de pasajeros por año, seguido de cerca por el Aeropuerto O’Hare, Chicago, también en los EE.UU., que movió 75 millones de pasajeros en 2004.



Hartsfriel-Jackson, Atlanta

El mayor aeropuerto de tráfico internacional del mundo es el Aeropuerto de Heathrow, en Londres, Inglaterra, con una media de 460.000 aterrizajes y despegues por año. Un 80% de su movimiento anual de 55 millones de pasajeros es a través de vuelos internacionales.



El mayor aeropuerto de tráfico local del mundo es el Aeropuerto Internacional de Los Ángeles. Cerca de un 60% de su movimiento anual de 60 millones de pasajeros posee como destino o punto de partida la región metropolitana de Los Angeles.



El aeropuerto de carga aérea con más afluencia del mundo es el Aeropuerto Internacional de Memphis, EE.UU. Allí está localizado el centro operacional de FedEx.



El aeropuerto más alto del mundo es el Aeropuerto de Bangda, en el Tíbet, situado a 4.739 metros de altitud.



¿Adivináis dónde estará el aeropuerto más grande del mundo?

La fabulosa terminal 3 del aeropuerto de Pekín, hoy en plenas obras bajo el mando del arquitecto británico Norman Foster, estará concluida a finales de 2007 y servirá para tender una alfombra roja a la avalancha de turistas y delegaciones que llegarán a Pekín con motivo de los Juegos Olímpicos de 2008.

Tendrá estética china
Para entonces, el aeropuerto de la capital del coloso asiático será el más grande del mundo y podrá acoger a 43 millones de pasajeros al año. En 2015, se espera que la cifra alcance los 60 millones. Desde la distancia, el esqueleto de la futura terminal deja ya intuir la magnitud del proyecto, con su ya acostumbrada -y algo cansina- simbología china.

La forma del gran edificio, con su tejado aerodinámico, evoca al dragón de turno, símbolo, cómo no, de la grandeza y poder amarillos, a la vez que queda envuelto en rojo y dorado, los colores nacionales que significan, respectivamente, felicidad y la riqueza.
Así son las dictaduras: cuando una política es prioritaria, se ejecuta rápido y sin objeciones políticas o populares. En comparación, el proyecto de la terminal 5 de Heathrow fue proyectada en 1995, aprobada en 2001 y no se espera que las obras concluyan antes de 2008. “Se han necesitado 50 años para hacer de Heathrow el aeropuerto más grande del mundo. La T3 de Pekín será un 16 por ciento más grande y habrá requerido únicamente cuatro años”, explica Foster.



El más avanzado
El proyecto requerirá la movilización de 12.000 personas por la desaparición de nueve pueblos en un área de más de un millón de metros cuadrados. Tendrá un coste acorde: unos 25.000 millones de euros, más que el monto combinado de los aeropuertos de Shanghai y Cantón. “Será el más avanzado tecnológicamente y el mejor en términos de sostenibilidad, eficiencia operativa y experiencia para el pasajero”, defiende Foster, quizás el arquitecto occidental preferido por el régimen chino y también el que firmó el mega-aeropuerto de Chek Lap Kok, de Hong Kong.

La tecnología es un driver del proyecto: al diseño de la T3 de la capital china se han incorporado tragaluces orientados al sureste, para maximizar el calor y la luz solares de primera hora de la mañana, además de integrar un sistema de control medioambiental que minimiza el consumo de energía y las emisiones. La estructura modular de la terminal, una de sus señas de identidad, dará además la flexibilidad necesaria para acometer futuras obras de ampliación con el mínimo impacto para las operaciones aéreas.

Alto servicio
El objetivo, señalan sus promotores, es “resolver las complejidades del transporte aéreo combinando espacios con alto servicio”. A la vez que estará acondicionado para recibir al Airbus 380, con capacidad para 555 pasajeros, pretenden garantizar que el equipaje esté circulando por alguna de las 15 cintas transportadoras en poco más de diez minutos.

Los enlaces dentro de la terminal se realizarán más cómodamente con la ayuda de 175 escaleras mecánicas, 173 ascensores y 89 cintas transportadoras. A su vez, la conexión rápida hasta el centro de Pekín, hoy toda una aventura, quedará garantizada con la construcción de un tren elevado que permitirá acceder al centro de la ciudad en menos de 15 minutos. Incluso, está en estudio la implantación de un tren de levitación magnético, muy caro por cierto, como el que hay en Shanghai.

Asimismo, la T3 de Pekín supone una formidable oportunidad de negocio para otras multinacionales extranjeras con pretensiones empresariales en China. Hace semanas, tanto la compañía canadiense Bombardier como la alemana Siemens firmaron sendos contratos por valor de 306 millones de dólares: Bombardier se hizo con un contrato de 89 millones para diseñar y suministrar las cintas transportadoras; a su vez, Siemens ganó el contrato de 216 millones para proveer el sistema de entrega de equipajes.

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